Un Paseo sin Coraza

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Uno tiene días, y días. Y hoy es uno de aquellos en los que voy caminando por la calle y no sé ni adónde voy. Estoy con las energías revueltas y me he dejado la coraza entre las sábanas. Hoy no la necesito, mejor dicho, no he tenido ni ganas de ponérmela… un día en el que la melancolía me está hablando. Hoy sería fácil partirme en dos si de pronto alguno de mis buenos amigos contados con los dedos de una mano, se cruzasen en mi camino. Sería fácil dejar salir “lo que sea” en forma de lágrima, o de historia, o de recuerdo.

 

Sigo andando y me acuerdo de ti al pasar por delante de cualquier lugar que un día recorrimos. Siento la necesidad de oler de nuevo aquel incienso que nos envolvía en la Iglesia en la que imaginé que me casaría, y justo ahora, precisamente ahora, parece que mis abuelos se han puesto de acuerdo para recordarme que ya no están, y con su ausencia, tampoco sus casas, lugares donde pude vivir maravillosos momentos que me regalaron cuando yo era tan inconsciente, que entonces no fui capaz de valorar. Tampoco están mis sueños, ni la imagen de quién quería llegar a ser y de cómo viviría el amor, tan unido a lo increíble de la vida.

 

Camino, y me encuentro a gente conocida con su gruesa coraza, como yo habitualmente, como todos… pero hoy me resulta extraño ser tan iguales y estar tan dispuestos a disfrazarnos tanto para ocultar las mismas debilidades.

 

Alguien conocido me saluda: – ¿Qué tal? ¿Cómo estás?

Pienso… bueno…, en general bien, no debería quejarme pero mira, hoy estoy triste, me siento sola, melancólica, tengo la sensación de que no he sido muy feliz en mi vida y que ahora ya es difícil que se pueda arreglar…

Pero obviamente respondo el estándar acorazado – Bien, muy bien, ¿y tú?

– Muy bien. ¡Recuerdos a la familia!

– Igualmente, ¡cuídate mucho! – Y sigo andando.

 

A ver si es posible que se me pase esto cuanto antes, porque hoy parece que me está consumiendo esta maldita melancolía, la carcajada que no me oigo desde hace tiempo, el recuerdo de aquel amor que viví y me rompió el corazón, todo aquello que jamás quise pero que he ido aceptando, todo aquello que deseo y que dejé a un lado para abarcar otras cosas que en estos momentos no tienen sentido, la necesidad de volver a los valores absolutos, blanco o negro, bien o mal, para no perderme…

 

Es mucho más sencillo con una coraza, para echarse los ruegos, las preguntas y las carencias a la espalda, para poder sobrevivir en esta selva y esconder las debilidades, no todas, y no siempre, pero mantenerlas a raya, no vaya ser que afloren demasiado y nos desmonte a todos el “chiringuito”. Y para lo que se me quede en el tintero, están mis canciones, donde todo está escrito.

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